Este hecho, el de dar la mano y saludar a todos y cada uno de tus jugadores y/o cuerpo técnico no solo demuestra respeto y cortesía, sino que puede ser revelador de mucha información de gran valor.

Mi consejo es que lo hagas todos los días que os veáis, al principio y al final de cada entrenamiento y de cada partido. Me lo enseñó un entrenador con el cual compartí cuerpo técnico, Juan Carlos Beltrán, y ha pasado a ser, no solo una de mis rutinas imprescindibles sino un instrumento fundamental a la hora de afrontar la sesión de entrenamiento.
Es algo que, curiosamente, sorprende mucho a los jugadores al principio puesto que les resulta extraño que el entrenador les tienda la mano y les salude personalmente o se despida de ellos e intercambiemos unas palabras cada día que estamos juntos. Algo que, desde mi punto de vista, debería ser normal. Con el paso de los días, éstos terminan por acostumbrarse, pasa a ser algo automático pero necesario al mismo tiempo, lleno de sentido, placentero y que les gusta sentir, para lo bueno y para lo malo, en momentos felices y en otros no tanto, pero siempre estableciendo una conexión...especial.
Tender la mano al otro. Un simple gesto pero que puede ser tremendamente significativo. No lo digo yo, lo dice la ciencia. Son muchos los estudios, más de 550, los que evidencian los aspectos positivos de dar un apretón de manos, basta con buscar en PubMed, el sitio web oficial del Gobierno de los Estados Unidos que aglutina todos los estudios de revistas de ciencias biológicas y libros en línea. Es cierto que otros han demostrado que este hecho puede ser un medio transmisor de bacterias perjudiciales para nuestra salud pero el riesgo es mínimo y, siempre y cuando mantengamos una adecuada higiene, no tiene porque ser perjudicial, es más, son muchísimos más los beneficios que podemos encontrar, entre otros, los más interesantes para nuestro desempeño son:
Nos ayudar a orientar los feedbacks al jugador y al equipo.
Nos hace más empáticos y nos permite decidir mejor cuándo "apretar" a un jugador o no por su estado físico, mental, anímico, etc.
Nos permite regular la intensidad de la carga física y emocional, sobretodo de los primeros ejercicios en el calentamiento pero también de la sesión.
Muestra cordialidad, buenos modales, educación.
Señala respeto por el otro.
Expresa interés.
Revela el significado y el momento de una relación.
Demuestra empatía.
Indica un estado físico y emocional.
Manifiesta sensaciones, sentimientos y emociones.

La percepción e interpretación por las partes es subjetiva, por supuesto, pero no por ello menos valiosa. De hecho, con el paso del tiempo y experiencia, puede ser algo que nos ahorre mucho tiempo, esfuerzo y recursos, ya que si llegamos a dominar este canal de información kinestésico y logramos descifrar bien dichas sensaciones, sentimientos o emociones no será necesario realizar numerosos test de fatiga, por ejemplo, cuestionarios u otras pruebas tediosas para el jugador antes y después de cada entreno o partido. O, si por el contrario, consideramos que tras ese apretón de manos hay algo más que deberíamos saber, podemos llevar a cabo entonces dichas pruebas, analizar otros datos del GPS, pulsómetros, vídeo, etc. o simple y llanamente tener una reunión personal privada durante unos minutos con el jugador.

Fig.4 en Albericio, D. (2017)
A tal efecto, dicho sea de paso, que son de gran aportación las escalas de percepción subjetiva creadas por Borg (1962 y 1985) y otras iniciativas relacionadas, como las de Álvarez y Murillo, en L. Cantarero (coord.) (2013), referidas a la percepción subjetiva del esfuerzo por parte del jugador como factor clave para controlar y evaluar la fatiga provocada y el esfuerzo realizado. Igualmente, otro tipo de instrumentos y estrategias para el control tanto físico como afectivo-emocional.
Pero, ¿cómo debemos dar la mano como entrenadores? ¿es suficiente con palmear rápidamente la mano del que tienes enfrente? Esto también está sobradamente estudiado.
Evidentemente, siempre será mejor saludar de un modo u otro pero saludar, que no hacerlo. Pero, lógicamente, ni en un entierro chocaríamos la mano a la persona a la que queremos trasmitir nuestro sentido pesar ni en una fiesta de amigos daríamos la mano eternamente al organizador de la misma. Es decir, que el momento, el lugar, la situación influye en cómo debemos actuar y también lo hará nuestra comunicación no verbal. Nuestros gestos, posición corporal, naturalidad y comportamiento serán determinantes para trasmitir y expresar un mensaje, sensaciones, sentimientos y emociones y, de igual modo, lo serán los de nuestro opuesto.
- Fíjate en la vestimenta, si es adecuada al lugar, a la meteorología, a la actividad principal que se requiere en ese momento, ello denota interés y preparación previa.
- Saluda cordialmente y observa si el otro lo hace de igual modo, con entusiasmo e interés.
- Establece siempre contacto visual directo con el jugador y mira a sus ojos, observa si el hace lo mismo o si te esquiva.
- Estudia la expresión de su cara y cuida la tuya, decide cómo quieres que sea y, si lo consideras, ¡sonríe!
- Mantén una postura adecuada, firme, mostrando predisposición y actitud proactiva y fíjate si la del jugador también lo es. Nunca te recuestes o muestres pasotismo y observa si el otro lo hace.
- Mantén una distancia personal adecuada a la situación. Si hay algo que felicitar o trasmitir personalmente, acércate, abraza. Si no, muestra una distancia neutra. Por supuesto, si os alejáis os distanciaréis en todos los sentidos.
- Utiliza un tono adecuado, controlando el volumen, ni muy alto ni muy bajo. No estamos ni en una verbena ni en un velatorio.
- La velocidad del apretón y del saludo verbal también es importante. Sin prisa, pero sin pausa.
- No trasmitas nerviosismo cruzando las piernas, brazos, manos, etc. o saludando muy rápidamente. Evita tics como tocarte la nariz o las cejas continuamente.
- Muéstrate natural, sincero y seguro, sin dejar de ser discreto con asuntos banales.
- Activa los cinco sentidos y siéntelo.

Por otro lado, podemos complementar nuestro lenguaje no verbal, nuestro apretón de manos, con la palabra.
La palabra es el recurso más accesible, sencillo y práctico que tiene el entrenador para comunicarse con sus jugadores y otros agentes. Ofrece un trato directo, cercano y personal a diferencia de lo aportado por el WhatsApp, las redes sociales y las nuevas tecnologías. La palabra es, sin duda, el mejor medio para comunicarse.
Algunas estrategias que la psicóloga Patricia Ramírez recomienda para trasmitir nuestro mensaje de un modo eficaz son:
- Prepara previamente tu discurso, en este caso, acerca de un saludo inicial o una despedida.
- Escucha y observa antes de hablar.
- Agradece, elogia, reconoce el esfuerzo, la dedicación y los méritos alcanzados.
- Interésate por la persona, su familia o seres queridos.
- Utiliza un lenguaje correcto, propicio para cada receptor, adapta el mensaje a cada jugador.
- Se breve y claro, no te andes con rodeos.
- Valora si merece la pena ser excesivamente sincero, quizás no sea necesario.
- Si no conoces algo omite pronunciarte sobre ello o di con naturalidad que lo desconoces.
- No interrumpas, respeta los turnos de palabra.
- No exijas, solicita.
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